miércoles, 5 de junio de 2013

Bibliografía

  • Avvalle D’A.S., Protostoria delle lingue romanze: dal sec. VII ai Giuramenti di Strasburgo e con particolare riguardo al territorio gallo-romanzo, Turín, Giappichelli, 1965.
  • Lausberg H., Linguistica romanza: fonetica, I, Milán, Feltrinelli, 1971, (tit. orig. Romanische Sprachwissenschaft I. Einleitung Und Vokalismus, Berlin, 1956).
  • Monteverdi A., Manuale di avviamento agli studi romanzi. Le lingue romanze, Milán, Vallardi, 1952.
  • Renzi L. - Andreose A., Manuale di linguistica e filologia romanza, Bolonia, Il Mulino, 2003.
  • Tagliavini C., Le origini delle lingue neolatine. Introduzione alla filologia romanza, 5ª ed., Bolonia, Pàtron, 1969.
  • Varvaro A., Linguistica romanza, Napoli, Liguori, 2001.

lunes, 27 de mayo de 2013

Conclusiones

El problema central del origen de las lenguas romances se encuentra en la esencia del latín y en todos los demás fenómenos externos antes discutidos como la romanización y la época en la cual tuvo lugar, el sustrato, el superestrato, etc. Pero la verdadera causa no consiste en uno sólo de los susodichos factores, sino en el influjo concomitante de todos: en efecto el defecto principal de las teorías está en su unilateralidad, porque el paso desde el latín hasta las lenguas romances fue un proceso histórico extremadamente complejo, debido a la interacción de una multitud de parámetros. La transformación del latín no fue el resultado de un trastorno inesperado y dramático, sino el resultado de un proceso evolutivo adelantado y acelerado en la época de disolución del Imperio: el proceso de latinización empezó el siglo III a.C., pero no se había acabado ni en el momento de la caída del Imperio Romano en el siglo V d.C.; sin embargo la fuerza centrípeta de la red política, militar, escolástica y comercial que envolvía el Imperio, era bastante fuerte para generar una cohesión efectiva. Gracias en el prestigio de la literatura y del modelo de lengua también hablada (por la aristocracia senatoria), la unidad del latín nunca se consideró en peligro, aunque fuera una unidad que toleraba un fuerte grado de variación diatópica y distrática.
El Imperio sufrió crisis militares, económicas y demográficas muy serias, sobre todo en el III siglo d.C., por las cuales la potencia de Roma se quedó más débil, y así también el prestigio de su lengua. Así el latín se romanizó y los vulgarismos se pudieron desarrollar más libremente.
La separación entre lengua escrita y hablada se amplió en los primeros siglos del Imperio, haciendo necesaria la diminución de este desvío, la consecuencia de esto fue que el latín vino “democratizado”. 
A partir del siglo V, con la caída del Imperio, la separación fue menor y la oposición entre latín culto y latín popular fue eliminada en favor de este último, de manera que el camino quedó libre para el surgir de las lenguas romances.
Las documentaciones con rasgos en vulgar permiten de colocar en el V-VI siglo el cumplimiento general del prerromance y de reconocer la existencia de una norma no oficial y no reconocida pero corriente y distinta de la del latín de tradición escolástica.
Por lo que concierne a las intervenciones artificiales sobrepuestas al natural cambio de la lengua, hay que recordar que en el siglo IX, por causa del renacimiento carolingio, la separación entre latín culto y latín popular, ya desarrollado en lengua romance, fue ampliado, de manera artificial y externa. Fue una intervención que determinó en el 813 la muerte del latín culto y el nacimiento del romance. El latín quedaba todavía uniforme y compresible, pero cuando Carlo Magno y sus ductos hicieron una reforma que lo devolvió más cercano a su forma antigua, las lenguas romances tomaron una identidad plena y la diferenciación que existía fue manifiesta a todo el mundo. El problema central entonces está en la oposición entre latín clásico y latín vulgar: el sustrato amplió esa distinción acentuando la diferenciación de latín, mientras que las autoridades eclesiásticas y civiles intervinieron para favorecer la unidad, pero en realidad acabaron acentuando la oposición y causando la diferenciación y terminaron con el reconocer la existencia del romance.
La unidad y fuerza del latín fueron aniquiladas con el colapso cultural más que en el material del Imperio Romano. En el reino de los francos ya no era Roma el punto de referencia, sino la corte itinerante del rey franco o la sede del obispo. La escuela siguió enseñando la norma clásica pero las nuevas clases dirigentes no consideraron más la cultura el valor social más alto. El modelo de prestigio sobre el cual los hablantes regularon su comportamiento no fue más ni unitario ni culto, sino el idioma usado por los germánicos. La literatura, destinada a mantener alta la unidad y el prestigio de la lengua escrita, se agotó en los siglos VI e VII. Si este colapso cultural y espiritual no hubiera tenido lugar y se hubiera generado sólo un colapso material, el Imperio se habría dividido en varios estados pero no en diferentes lenguas romances. Los modelos lingüísticos se volvieron fraccionarios y toda aquella variación que antes era posible, pero reconducida a una norma unitaria, cogió trayectorias independientes. Las nuevas normas autorizaron las formas que antes eran sencillas variaciones, se añadieron además los desarrollos locales, a menudo divergentes entre ellos, por las cuales las fuerzas centrífugas se reforzaron y las centrípetas disminuyeron. En menos de dos siglos las lenguas romances devinieron individualidades distintas, relacionadas con nuevas identidades sociales, con nuevos sentidos de pertenencias y con una nueva comunidad que ya no era la romana.

viernes, 24 de mayo de 2013

El proto-romance


En los últimos cincuenta años se afirmó el concepto de 'proto-romance' o 'romance común'. Se trata de una etiqueta bastante útil para explicar algunos fenómenos que ocurren en todas las lenguas romances, pero que no se encuentran en latín. Se supone que hubo una lengua común, pero no más latina, ni todavía fraccionada en las distintas variedades romances. A partir del desarrollo, en la segunda parte del siglo XIX, de la metodología de reconstrucción comparativa, praxis normal en la lingüística indoeuropea, se aplicó esa metodología a las lenguas romances, de las cuales sin embargo, se conoce la lengua madre. A través de la comparación de las lenguas romances podemos reconstruir ese hipotético proto-romance. 
Ese último tiene más, con respecto al latín, los rasgos comunes de las lenguas romances. Por ejemplo el articulo, pues en ese caso el proto-romance es útil porque nos dice que, en alguna fase tardía del latín, el articulo existía.
Hay una objeción que hacer a esa teoría: Las protolenguas siempre son proyecciones no conocidas de una pluralidad de lenguas históricas conocidas, pues aplicando el método comparativo a las lenguas germánicas no podemos averiguar hasta que punto el germánico reconstruido difere del histórico, puesto que siempre será desconocido para nosotros. Además, mientras que, de las circunstancias históricas en las cuales el germánico común dio lugar a las diferentes lenguas germánicas sabemos solo leyendas sobre el origen de las distintas poblaciones germánicas, del latín, en el período entre el bajo Imperio y alto medioevo, tenemos una gran cantidad de documentación histórica.
Hay que objetar también el hecho de que la teoría, aunque sea útil desde un punto de vista practico, no tiene justificación real ya que no existen documentos escritos en proto-romance. Para que tenga sentido dicha teoría hace falta suponer que en un momento dado, se haya desarrollado una diglosia por la cual para los registros altos se utilizaba todavía el latín y por los bajos esa variedad pre-romance.
Por último, mientras que el fraccionamiento de las demás lenguas viene justificado con hipotéticas migraciones de cada grupo que las hablaba, en el caso del romance no hubo migraciones que puedan explicar la formación de lenguas distintas. Pues esa hipótesis no explica el fraccionamiento y presenta otra vez el problema de la persistente diglosia.

martes, 21 de mayo de 2013

El invento del latín medieval


Según la tesis del inglés Roger Wright, lo que tiene que ser explicado no son las lenguas romances, que constituyen la natural evolución del latín, sino el latín medieval, el cual no sería la continuación del latín escrito antiguo. Wright afirma: “A lo largo del periodo precarolingio no hay distinción entre dos lenguas coexistentes […], y […] el estadio lingüístico de las comunidades romances era aproximadamente el que hoy día domina en Francia o Inglaterra, donde se pueden evidenciar variaciones estilísticas, en la sintaxis como en léxico, entre uso de quién sabe escribir y el de quién no sabe escribir, pero donde hay una genérica variación fonológica con respecto a la capacidad de escribir.”
El latín de las escrituras altomedievales sería solo el traje gráfico de textos concebidos en el idioma hablado por todos. Para convencer de esa hipótesis, Wright observa que, en la España del IX siglo a la grafía saeculum podía corresponder la pronuncia sjeglo, así como en el inglés de siglo XX a la grafía knight corresponde la pronuncia nait, y eso sin que nadie pensara entonces escribir sieglo o pronunciar sekulum, así como ningún angloparlante alfabetizado pensaría hoy día escribir nait o pronunciar knigh. Él afirma además que con el progresivo divergir del vulgar de la lengua escrita, las normas gramaticales devinieron siempre más complicadas, incluyendo no solo letras y sílabas «mudas» […]. Lo mismo ocurre hoy día en Francia, donde los niños pronuncian [ʃã:t] para tres formas gramaticales y luego están desorientados cuando tienen que aprender a escribir y a distinguir entre chante, chantes chantentent.
Respeto al inicio de la escritura en vulgar, Wright cree que durante el siglo y medio que hay entre los Juramentos de Estrasburgo y el año 1000, hubo en Francia una situación inestable de persistente monolingüismo, caracterizado, en el plan de la escritura, por la posibilidad de emplear tanto la ortografía tradicional, como una nueva grafía de tipo fonético, y, en el plan de la lectura, por la posibilidad de leer los textos escritos en francés, como según Wright se habrían leído siempre, es decir en vulgar, o en la nueva manera impuesta por la reforma, es decir en latín.
Los doctos de la corte de Carlo Magno, con la intención de restaurar el latín, 'inventaron’ el latín medieval y rompieron con su reforma la praxis de una grafía que no corresponde a la pronunciación. Así desapareció la manera común de escribir el romance y se tuvieron que inventar poco a poco las grafías de cada romance. El primer emerger del romance en la escritura correspondería entonces, según esa teoría, en una nueva manera de escribir. El castellano por ejemplo, siempre existente en el Medievo, fue inventado cuando fue escrito por primera vez.
Interpretados como trascripciones fonéticas de la mismas lengua abandonada a la ortografía tradicional, los primeros textos romances resultan de problemática justificación, y es la conciencia de esta dificultad que obliga a Wright a justificar su teoría mediante suposiciones anecdóticas: la formula de los juramentos empleada por Ludovico el Germánico habría sido redactada en una grafía fonética para que fuera pronunciada correctamente por el príncipe, que Wright supone ajeno al francés pero capaz de leer el latín a la nueva manera.
En cambio, el porqué de que la fórmula de los seguidores de Carlo haya sido redactada de aquella manera no está clara, pero la repuesta más sencilla sería esta: quién preparó el texto para Ludovico estuvo tan satisfecho de la experiencia que quiso aplicarla pronto a la fórmula siguiente, aunque para los franceses debiera resultar menos útil.
La utilidad de esa teoría está en la afirmación que en el alto medioevo se escribiera de una manera y se leyera de otra. Sin embargo, no se entiende como Wright pueda explicar como la grafía latina cubra no solo la romance, sino también la gramática y la relativa sintaxis, tan divergentes de las latinas. El problema mayor de la teoría es que en realidad no explica nada, porque el paso habría ocurrido bajo una grafía que no cambiaba, pero nosotros no tenemos argumentos para establecer cuando ese paso haya ocurrido, ni por qué en una región era de una manera y en otra de otra. La tesis de la no correspondencia entre grafía y pronunciación podría ser defendida en periodos más largos y toda la lingüística latina acabaría en crisis. 

La teoría del superestrato germánico


El factor decisivo para la disgregación de la unidad lingüística latina se debería buscar en la disolución de la unidad política del Imperio llevada por las estirpes germánicas, las mismas a cuya incorporación los romanos habían renunciado, dejándolas en su condición de 'proletariado externo' del Imperio. Les germánicos en efecto, prestaron servicio en el ejército romano durante siglos, por eso el contacto entre germánicos y romanos fue ininterrumpido. A eso debemos la penetración de palabras germánicas en el latín (por ejemplo sapo it. sapone, sp. jabón).
En el origen de las lenguas romances el superestrato germánico tuvo un papel fundamental. Mientras que el influjo directo del superestrato árabe sobre las lenguas íbero-romances y sobre el siciliano, así como el del eslavo sobre el rumano, se quedó limitado y fue de fecha más tardía, el influjo del germánico tuvo lugar antes, y encima tuvo una importancia más grande y general.
A comienzos del siglo III tuvieron un papel fundamental entre las poblaciones germánicas sobre todo los godos, los alemánicos, los francos, los longobardos, y los burgundios.
Por lo que concierne el territorio lingüístico de Francia, la división entre francos en el norte, visigodos en el suroeste y los burgundios en el sureste ha sido utilizada por Walter von Wartburg como posible motivación para explicar la división lingüística del galo-romance:
  1.  El superestrato franco daría origen al sistema de la así llamadas ‘lenguas de oíl’ de las cuales pertenecen el franciano, fase antigua del francés actual;
  2.  El superestrato visigótico habría dado lugar al sistema de la así llamadas 'lenguas d’oc', cuya base forma la lengua de los trovadores provenzales del XII y XIII siglo;
  3. El superestrato burgundio se considera responsable de la formación del confín lingüístico entre franco-provenzal y provenzal en el territorio que comprende la parte sureste de Francia, la Suiza francesa y parte de los valles alpinos italianos. 
Se puede afirmar que entre V e IX siglo, en la Francia septentrional, hubo un bilingüismo franco-galo-romance, porque los amos francos hablaban la lengua de Carlo Magno y el latín, de la misma manera que los galo-romanos, en consecuencia de sus relaciones con los germánicos, hablaban franco. Los francos nunca consiguieron imponer su lengua, que despareció en el siglo X, pero el uso cotidiano del franco, llevó los galo-romanos a aprender, por ejemplo, la pronunciación de una consonante para ellos desconocida, la h, entonces pronunciaban altus como haut. Sólo el francés acogió esa consonante, porque en el retorromano central y occidental, también debido a la convivencia romano-germánica, es de reciente formación. Una parte de Francia  ha heredado también la pronunciación bilabial germánica de w, que existe todavía en los dialectos de confín con el territorio germánico como el picardo, el valón, etc.
En el francés y en el franco-provenzal las vocales abiertas eran pronunciadas muy largas con respecto al provenzal. Dado que la línea de separación entre francés y provenzal, en el comienzo del Medioevo, estaba en el norte, cerca de río Loira, von Wartburg admitió que el susodicho fenómeno se reproducía en su origen hasta una línea que desde río Loira corría hacia este y comprendía el departamento de Nièvre, alcanzando St. Ètienne y desde allí coincidiendo hasta los Alpes con el confín septentrional del provenzal. Es destacable señalar que este territorio fue colonizado por germánicos, francos y burgundios, y las vocales largas en silaba abierta se pueden explicar con el influjo del superestrato. Los germánicos bilingües habrían alargado las vocales cuando hablaban latín y con ese alargamiento se produjo la diptongación. Al susodicho alargamiento se atribuiría también  el debilitamiento y la desaparición la de las oclusivas intervocálicas en el francés (lat. matururum> a. fr. meür).
¿Pero como se explicaría el hecho que en otros territorios con superestratos germánicos no se haga diferencia entre vocales en silaba abierta y vocales en silaba cerrada? El español, a pesar del superestrato gótico, diptonga en silaba abierta y también cerrada, y también en la Francia del norte, en hablas como el valón o el retorromano, donde el influjo germánico fue más fuerte, la diptongación hubo en ambos los casos. Además sería muy difícil entender como las colonizaciones germánicas que tuvieron lugar en épocas y sitios diferentes, pudieran dar los mismos resultados en todas partes, y sería difícil también entender el porqué del hecho que los romanos, viviendo juntos con los germánicos, hayan podido imitar su pronunciación sólo para el alargamiento de las vocales en silaba abierta. Sin embargo el influjo indirecto del superestrato germánico ha sido muy importante en el caso del franco sobre el francés, que contribuyó a hacer de eso la lengua más germanizada.
Según von Wartburg el influjo del superestrato longobardo en Italia sería paralelo al franco y burgundio en Francia. La diptongación de las vocales latinas se habría puesto más débil desde en norte hasta el sur, pues los resultados serían los mismos, sólo que el superestrato longobardo, al contrario de los demás, no sería responsable de haber dividido el territorio italo-romance en dos partes (los francos colonizaron sólo hasta río Loira), porque sobrepasando la línea La Spezia - Rimini han evitado que se creara un confín lingüístico entre Bolonia y Florencia. Esta teoría no funciona para nada: en Italia la diptongación espontánea, como la por metafonía (elevación o cierre de una vocal por influjo de una vocal cerrada al final de palabra), es más fuerte donde los longobardos nunca han estado (en los Abruzos y en Pulla), al contrario en la Italia del norte es muy débil. Además von Wartburg afirmó que en la Italia septentrional, donde para él la diptongación es más fuerte que en otra parte, las oclusivas intervocálicas habrían debido debilitarse o volver mudas, pero de hecho ha ocurrido lo contrario: en la Italia septentrional, donde la diptongación casi no existe, las oclusivas sordas intervocálicas p, t, k se debilitan, mientras que en la Italia meridional, se quedan invariadas. Podemos decir entonces que la diptongación en Italia es totalmente independiente del superestrato germánico.
A pesar de las incongruencias de la teoría de von Wartburg, el influjo de las lenguas germánicas fue muy importante para el nacimiento de las lenguas romances. La invasión de los germánicos fraccionó el territorio lingüístico, aislando Dacia y Península balcánica de todo el resto y con la ocupación de Galia y España, rompió el contacto entre estas últimas e Italia. Se trató de un influjo indirecto, porque ellos, aislando las diferentes partes del Imperio Romano, interrumpieron las comunicaciones entre Italia y las provincias por un lado, y entre las provincias entre ellas por otro lado, eliminando así los obstáculos que se interponían a la diferenciación de las lenguas romances, contribuyendo en consecuencia a sus formaciones. 

martes, 30 de abril de 2013

Los niveles lingüisticos de latinización


En 1950 Walter von Wartburg definió una bipartición en sentido Est-Ovest del espacio neolatino en base a la  sonorización de las consonantes sordas intervocalicas (it. sept. saversavon, fr. savoirsavon ; it. fuoco, it. sept. fogo, esp. fuego,ecc.), distinguiendo una parte occidental, formada por Peninsula Ibérica, Francia e Italia septentrional, y una parte oriental, formada por Italia centromeridional, Balcanes y Rumania. Esa subdivisión, por lo que concierne especificamente a Italia, rompe su territorio lingüistico en dos partes a lo largo de la notoria linea  La Spezia – Rimini, donde se sobreponen las isoglosas de un gran número de rasgos fonéticos y morfólogicos; entre los más importantes citamos, en el Norte y en el Oeste de esa línea, la conservación de -s final, en el Sur y en el Este, la trasformación de -s final en i. La teoría de Von Wartburg explica esas diferencias diciendo que la Europa Latina occidental ha sido romanizada por la escuela y las clases cultas, mientras que la Europa Latina oriental por los soldados y los agricultores que hablaban un latin menos regulado. Despues de esta bipartición se habría sobrepuesto la influencia de los superestratos germánicos, produciendo resultados heterogéneos, porque diferentes eran las poblaciones germánicas y diferente su incidencia demográfica.
Esta hipótesis escoge de manera arbitraria los fenómenos que considera decisivos, asi como una tesis fundada sobre criterios sociales y demográficos debería argumentarse sobre los mejores estudios de historia social y demográfica, pero von Wartburg desatenta de ellos y se limita a dar generalizaciones a veces también absurdas como la que exigiría que Cerdeña hubiese sido latinizada por escuelas y clases cultas. 

lunes, 29 de abril de 2013

El sustrato


El influjo de los elementos del sustrato en las lenguas romances resulta notable en el campo del lexico, pero también tenemos que considerar la influencia en la fonética, la morfología y la sintaxis. Bajo de Europa Latina se encuentran estas lenguas de sustrato, reconocibles sobre todo por los indicios en la onomástica y en el léxico de las regiones:
a) los dialectos itálicos en la Italia centromeridional;
b) el ilirio en la Pulla del sur, en Dalmacia y en Véneto
c) el griego en la Italia meridional;
d) el etrusco en Campania, en el norte del Lazio, en Toscana, en
Romaña, en en norte de la Italia y en Recia;
e) lenguas mediaterraneas alpinas no indoeuropeas en Sicilia, Calabria, Cerdeña, Córsica, en los Alpes y en los Pirineos;
f) el ligur en el noroeste de Italia y en en suroeste Francia ;
g) el ibérico en el suroeste de Francia y en la Peninsula Ibérica;
h) El céltico en Galia, una parte de Peninsula Ibérica E Italia septentrional (excepto Véneto) y en Suiza;
i) el tracio, el albanés y el gético en Rumania.
El ocaso de las lengua preromanas es dificil de saber. En el siglo I d. C. la mayoría de ellas todavía se usaban, sobre todo el galo, el cual se ha conservado durante mucho tiempo. En la parte sureste del Imperio, el latín no pudo imponerse contra la superioridad de la cultura griega y en la Italia meridional pudo hacerlo sólo de manera parcial.
En 1881 el italiano Graziano Isaia Ascoli elaboró la teoría según la cual la diferenciación entre las lenguas romances se debe a la preexistencia de diferentes sustratos que influenzaron el latín en las diferentes partes del Imperio. Subrayó el efecto del sustrato céltico, el más fuerte, que se nota a nivel del léxico y también en lo fonético y se extendió hasta comprender fenómenos de formación y composición de las palabras, como en el caso del sistema vigesimal de enumeración del cual hay un relicto lingüistico en el francés quatre-vingt.
Entre las tendencias fonéticas, fue muy discutido el problema de la evolución û > ü, fenómeno que se encuentra sólo en Francia, parte de Ladinia y en los dialectos galo-itálicos de Italia septentrional, que fue considerado por muchos lingüistas como reacción del sustrato galo. Sin embargo, no se sabe si este ultimo tuvo el fonema ü, pero la tendencia del céltico medieval y moderno a trasformar ü en i presupone un intermediario ü. Este problema fue por primera vez examinado por Ascoli en una de sus famosas “lettere glottologiche” ('cartas lingüisticas'). El estudioso afirmó que para hipotetizar sobre un sustrato hacen falta dos condiciones:
1. la coincidencia geográfica;
2. la coincidencia de un determinado fenómeno en la lengua antigua y en la moderna.
El problema fue resuelto considerando que tenemos:
1) la correspondencia del territorio que presenta ü con el que fue de lengua céltica;
2) la presencia de i < û en algunos idiomas célticos modernos;
3) la presencia de ü > û en neerlandés;
por tanto sería posible decir que la presencia de ü en los territorios de sustrato céltico se deba a una tendencia del galo que se manifiesta en el campo romance y tambíen en el germánico, aunque no se pueda excluir la posibilidad de desarrollos autónomos. Sin embargo una objeción a esa teoría concierne el hecho de que ü en lugar de ū se manifiesta en las lenguas romance varios siglos después del galo. 
Lo mismo pasa con los dialectos de Italia centro-meridional, donde los fenomenos de asimilación de los grupos consonánticos nd >nn y mb>mm y de sonorización de las oclusivas sordas b, t, k después de nasal, se atribuyen al sustrato osco-umbro, cuando formas de este tipo se encuentran en inscripciones del siglo VI d. C. en Roma y los primeros ejemplos en Italia en los siglos X y XI d. C. cuando el osco-umbro se había extinguido desde unos siglos.
Se pueden observar fenómenos de sustrato que obran hoy día, por ejemplo el francés hablado en las ciudades del sur de Francia no es el mismo que el de París, en ellas se usa r lingual y no uvular. Los hablantes meridionales de Francia siguen manteniendo en su francés, lengua de superestrato, los hábitos lingüísticos de la lengua original de sustrato. Esto pasa entre una lengua romance y unos vulgares romances, pero la situación es diferente, por ejemplo, en el estado de Yucatan, donde se habla la lengua maya, aquí los habitantes con una cúltura mínima utilizan en su español las‘consonantes deridas’(consonantes muy explosivas cuya pronuncia viene acompañada por un cierre de la glotis), esto demuestra como las predisposiciones artículatorias, después de un periodo de bilingüismo, se han mantenido en las generaciones sucesivas. Se trata de un proceso de adaptación en la dirección de la lengua ganadora por parte de una población entera y que ocurre muy lentamente y de una manera imperfecta, porque el sustrato sigue obrando con fuerza.
Contra la hipótesis del sustrato se puede valorar la extrema dificultad de demostrar a su vez que los fénomenos de las lenguas romances encuentran su causa en fenómenos de lenguas mal conocidas y de edad muy antigua. Además esta hipótesis impone considerar el latín de edad tardo imperial, muy diferenciado, en el que los sustratos habrían operado, dado que las lenguas pre Romanas ya se habían extinguido.
Otro argumento contra un excesivo recurso a la explicación del sustrato lo muestra Latino America, donde la influencia de las lenguas indigenas fuera de lexico es muy modesta y no ha determinado un fraccionamiento del español en una multitud de lenguas neocastellanas.
Algunos cambios romances tienen su origen en fenomenos de sustrato, pero se trata de una parte muy limitada de fenómenos que han transformado el latín en las lenguas romances. Las grandes mutaciones de los sistemas nominal y verbal por ejemplo, no se pueden atribuir a los sustratos porque afectan a zonas con sustratos diferentes.